Bienvenidos al blog de Tere

Este es el blog de Tere que les quiere expresar sus aficiones literarias, que empieza con muchas ganas de escribir, contar e inventarse a sí misma con relatos e historia de la vida misma.

jueves, 2 de febrero de 2012

¿Qué podría pasar?

No sabía exactamente qué podría pasar. Tuve una corazonada y me adentré en aquel frondoso jardín que aparecía ante mis ojos. Podría  pasar que saliera alguno de sus extraños habitantes y me preguntaran qué estaba haciendo allí. No me importaba, sólo quería disfrutar de ese frescor verde que se respiraba, de esa esplendida maleza.  Abrí la cancela con la mano izquierda y empujé con el cuerpo. Me costó porque parecía que no había sido abierta nunca. Al empujar los arbustos que estaban junto a la puerta se doblegaron ante mi presión. Entré. Aspiré profundamente y sentí ese aire vivificador, tragué saliva y avancé. Apenas se veían, desde donde yo estaba, la puerta principal, ni las ventanas, era probable que alguien hubiera oído el ruido de la cancela chirriar.  Alguien me estaría viendo, observando, sentí mi cuerpo titubear, sentí cierto flaqueo de mis piernas pero avancé un paso y luego otro. A medida que avanzaba sentía una gran agitación, también algo de miedo. Oí de pronto la puerta abrirse y una figura indefinida se recortó en el marco de la puerta,  una figura familiar, alcancé los escalones y me dispuse a subir, miré hacia arriba y la figura ni se inmutó, me esperó hasta que llegué al rellano de la puerta. Me observó detenidamente y sin cambiar el semblante agrio que tenía en su expresión entró en la casa invitándome a seguirle. El pasillo estaba a oscuras y no se distinguía nada delante de mí. Mi anfitrión me adentró en un salón en penumbra y con un gesto  me exigió  que me sentara. Oí el paso lento, arrastrando los pies, de una persona.  Alguien me puso las manos en el hombro derecho y giré automáticamente hacia ese lado. Un rostro viejo, curtido por el tiempo, con una mirada penetrante, intentando descubrir en mi algo, me observaba. Tragué saliva e intenté incorporarme del sillón, la presión de su mano me lo impidió. No sabía qué hacer.  Un ama de llave me ofreció una taza de humeante té. La cogí y posé los labios  suavemente y absorbí un dulce trago. Sentí en unos segundos un sopor que me corrió por la nuca y una sensación de mareo me hizo flaquear. Me desperté en la habitación de mi casa, abrigada hasta las orejas,  mi madre abría las ventanas. Un señor con un termómetro en la mano le decía en voz baja que ya había pasado lo peor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario