Bienvenidos al blog de Tere

Este es el blog de Tere que les quiere expresar sus aficiones literarias, que empieza con muchas ganas de escribir, contar e inventarse a sí misma con relatos e historia de la vida misma.

domingo, 20 de mayo de 2012

Chocolate caliente



No sabía de qué íbamos a hablar pero me citó por la tarde de un día extremadamente frío. Se me hacía tarde así que corrí hasta la parada del tranvía que se anunciaba con sus repetitivos pitidos. Entré casi cuando cerraba las puertas. Busqué con diligencia en ese gran bolso negro que arrastraba desde el invierno pasado. No llevaba bono. ¡Dios! Lo que siempre me temía que me podía pasar sucedió. Caminé por el pasillo sin mirar a los pasajeros hasta el final del tranvía y me senté, rogando para que no se subiera un revisor en el trayecto. Con las prisas  no había cogido la cartera, pero me daba igual le iba a ver de nuevo después de meses de ausencia. Llegamos a la última parada y me encaminé hacía los grandes almacenes. Subí en las escaleras eléctricas que me trasportaba suavemente hacia el último piso, casi rozando el cielo. Me apresuré hasta llegar a la cafetería, ya casi era la hora. Me  senté en la esquina, pegada a la ventana. Desde allí se veía la parada de las guaguas. Lo vería descender. Un camarero se acercó.  Le pedí un chocolate caliente, muy dulce, para entrar en calor. Me acerqué la taza a los labios levemente, me bebí un sorbo que me quemó los labios. Solté la taza y miré a la ventana. Pasaban muchos coches con el lento transitar de la tarde. El paso de peatones estaba a mi vista. Vi llegar una guagua y me pareció reconocer su cabeza, su pelo negro, le seguí con la mirada. Su cabeza rodeó el vehículo.  Pero se me perdió de la vista. Cogí la taza. El chocolate humeó. Por un momento el vapor me cegó. Mantuve la taza entre mis manos intentando calentarme, me la acerqué de nuevo a los labios. Mi boca tanteó nuevamente el calor desprendido por el chocolate, tenía ansias de beberlo. Su sabor dulce... Por unos segundos cerré los ojos. De repente, la gente se agolpó alrededor del paso de peatones. El chirrido de un BMW rojo descapotable que escapaba, más gente se agolpaba. Una lágrima salió vertiginosa por mis ojos.  Pero no podía ver.

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