Bienvenidos al blog de Tere

Este es el blog de Tere que les quiere expresar sus aficiones literarias, que empieza con muchas ganas de escribir, contar e inventarse a sí misma con relatos e historia de la vida misma.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Impacto

Había quedado con su amiga para ir al cine, un ciclo de cine de terror de su director favorito. Pero con aquellas lluvias no daban ganas de salir. Pero Elena la llamó y no supo decirle que no. Cuando salieron del cine ya era muy tarde.  Elena decidió coger un taxi para regresar a su casa, ella, sin embargo, tenía que recoger el coche.
Una  buena tormenta había descargado litros y litros de agua durante toda la tarde, los truenos y rayos habían provocado cortes de luz en la zona. Apenas hacía unas horas la habían repuesto. El agua corría por el barranco próximo. Se oía el rumor del cauce rápido y veloz.  Las calles estaban aún húmedas, el aire era agradable, penetró por su nariz aliviándola y despejándole los pulmones. Un  aire frío rozó su cara, recordó que tenía el coche lejos, muy lejos, tenía que andar unos 10 minutos para ir a recogerlo. Tendría que atravesar la explanada. Era muy tarde, ya no estaría el guardián, sabía que tendría que encharcarse los zapatos. Un perro ladró a lo lejos, respiró hondo. Aceleró el paso. Siempre había sido muy impresionable desde niña, su madre le había recomendado cómo sobreponerse a  las situaciones, cómo habría que hacer para controlar su inseguridad y sus temores, a dominar las situaciones con canturreos y desviando el pensamiento en historia infantiles agradables. Pero hoy le venían a la cabeza las imágenes de la película de terror que acababa de ver. Los ríos de sangre, los aullidos y la música siniestra le habían marcado en el subconsciente. Le venían una y otra vez. Llegó a la explanada desierta, estaban encendidas unas tenues luces en la entrada, atravesó la verja. Caminó  hacia la izquierda unos cuantos pasos hasta que divisó a lo lejos la sombra de  su coche azul celeste, esperándola. De repente sintió un empujón y algo se abalanzó sobre ella. Un cuerpo abultado se le había echado encima. Su corazón latía apresuradamente. Intentó incorporarse y mirar para ver qué había pasado. Sitió algo fuerte que le tiraba del brazo derecho, tirando de ella, un líquido viscoso y caliente le recorrió el brazo hacia abajo, se cayó en el suelo de bruces, desplomándose su cuerpo contra el fango que le humedeció el rostro, sintió un golpe en la cara que le hizo ver las estrellas, y de repente, la oscuridad, perdió el sentido. Alguien la había arrastrado hacia un rincón, se oían murmullos, ruidos, voces. En pocos minutos se sintió aliviada, un aullido a lo lejos, una sirena.
Ahora estaba en una habitación muy iluminada, abrió los ojos, el resplandor la cegó por unos instantes, la enfermera le habló “Menos mal que en ese momento llegó el guardián y llamó a la policía. La ambulancia llegó pronto, si no, el doberman te  hubiera matado”.
Tenía un fuerte golpe en la cara y el brazo derecho,  hinchado y vendado hasta el antebrazo, le dolía intensamente.

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